
Todo ello para poder comer los kilos de grasas animal que nos metíamos en el cuerpo sin tener remordimiento de consciencia.
Ya veis que la siesta en el sofá estaba complicada, menos para algunos.
Como buen chef que se tercie no me faltaba mi pañero y mi copita de vino, para hacer de comer ya estaba el Pereda.
No hay comentarios on "CALABAZARES"